miércoles, 30 de abril de 2014

Ya estamos a treinta

Mayo es a los meses del año como el jueves a los días de la semana. No es uno de los "tres grandes", junio, julio y agosto, pero anticipa su tono festivo. Para empezar, el día uno es fiesta, y en Madrid el dos también. ¿Acaso hay mejor forma de comenzar un mes que sin trabajar? (además de habiendo cobrado la nómina, se entiende).

Hoy es 30 de abril. La víspera del mes víspera. Es uno de mis días favoritos del año por los recuerdos (absolutamente idealizados, supongo) que tengo de todos los 30 de abril en mi infancia.

Hace unas veinticinco primaveras yo pasaba los días en una escuela, de estas con solera, de las construidas durante la II República, bajo las instrucciones de la Señorita T. La Señorita T, que era un amor, también parecía sacada de la II República, o quizá de alguna época anterior.


Era una escuela muy similar a la de la foto, de techos infinitos y tablones de madera vieja en el suelo. Y allí, bajo la atenta mirada de Sus Majestades, de una Virgen y de un Cristo, cada 30 de abril dos docenas y media de chiquillos se desgañitaban cantando Los Mayos. Primero a La Virgen, siempre. Y después, si había tiempo, los mayos a las mozas. La señorita T nos daba unas fotocopias con la versión mariana y pagana, y aquello se venía a arriba. Necesitábamos muy poquito más para ser felices.

Ya estamos a treinta,
de Abril cumplido,
alegraos mozas,
que Mayo ha venido. 

Por la noche, sobre las doce, al oír los primeros martillazos en el bombo de la banda de música municipal, corría hacia el balcón para ver a "los chicos mayores" cantar Los Mayos. Aquello era una versión híbrida y ambulante de canto de mayos-botellón, pero a mí me parecía lo más. Yo quería ser mayor, y que me rondaran. Bueno, en realidad me gustaba más lo de rondar yo, no os voy a engañar.

Llegó la adolescencia y con ella el internado (no sabemos si fue antes el huevo o la gallina). En este colegio, a las tres de la tarde, de todas las tardes de mayo, sonaba por megafonía una música inclasificable (subgénero celestial) en el que una monja con voz inquietante nos recordaba que era el mes dedicado a María para posteriormente rezar a coro la versión exprés de un Rosario. En contra de lo que podría pensarse, el rezo tenía una gran acogida entre el público, ya que eran 5-10 minutos de pérdida de clase "por causa mayor". Ahí ya empezábamos a necesitar algo más para ser felices, pero nos apañábamos.

Después, los años de estudiante: muchos mayos perdidos (o ganados) en la biblioteca. Mayo no era divertido, mayo era satán. ¿Éramos felices? Supongo que mucho, aunque sólo nos quejábamos, como correspondía a la época.

¿Y ahora?


Ahora en mayo no canto, ni escucho grabaciones antediluvianas (me apuesto algo a que siguen sonando, por cierto). Ahora mayo significa más horas de parque, volver a casa del trabajo siendo de día y pasar la ITV del coche. Como lo de la ITV se lo endiño a mi marido, mayo sigue siendo un mes feliz.

Que tengáis un buen 30 de abril. Os dejo una versión de Los Mayos, que no es exactamente la de mi pueblo, con la esperanza de encontrar el papel que mi síndrome de diógenes y yo tenemos guardado en algún rincón. Os recomiendo su lectura reposada. Partes como, "Esos son tus párpados, son dos picaportes,
cuando tú los cierras, yo siento los golpes", bien lo merecen.


Ya estamos a treinta,
de Abril cumplido,
alegraos mozas,
que Mayo ha venido.

Si ha venido Mayo,
bienvenido sea,
regando cañadas,
casando doncellas.

Si nos das permiso,
si nos das licencia,
para dibujarte,
de pies a cabeza.

Cuando no contestas,
ni nos dices nada,
señal que tenemos,
la licencia dada.

Esa es tu cabeza,
tan rechiquitita,
que en ella se forma,
una margarita.

Ese es tu cabello,
rubio como el oro,
que cuando lo peinas,
se te enreda todo.

Tu frente espaciosa,
es campo de guerra,
donde el rey Cupido,
plantó su bandera.

Esas son tus cejas,
tan rearqueadas,
son arcos del cielo,
y el cielo es tu cara.

Esos son tus párpados,
son dos picaportes,
cuando tú los cierras,
yo siento los golpes.

Esos son tus ojos,
luceros del alba,
que cuando los abres,
la noche se aclara.

Esas tus mejillas,
tan recoloradas,
parecen dos rosas,
en Abril criadas.

Esas tus orejas,
con tus dos pendientes,
con ellos se adornan,
tu cara y tu frente.

Tu nariz aguda,
es punta de espada,
que a los corazones,
sin sentir los pasa.

Esos son tus labios,
tan recolorados,
parecen dos lírios,
en Abril criados.

Esa es tu boca,
con sus dos carreras,
de dientes menudos,
que parecen perlas.

El hoyito, nena,
que hay en tu barbilla,
ha de ser sepulcro,
para el alma mía.

Esa es tu garganta,
tan clara y tan bella,
cuando bebes agua,
todo se clarea.

Esos son tus hombros,
son dos escaleras
para subir al cielo,
y bajar por ellas.

Esos son tus pechos,
son dos fuentes claras,
donde yo bebiera,
si tú me dejaras.

Tu cintura es junco,
criado en el río,
todos van a verlo,
cómo es tan pulido.

Ya vamos llegando,
a partes secretas,
donde yo no puedo,
dar razones ciertas.

Ya vamos llegando,
a partes ocultas,
donde yo no puedo,
dar razones justas.

Esas son tus piernas,
tan bien accionadas,
por arriba gordas,
por abajo delgadas.

Ya te hemos cantado,
todas tus facciones,
sólo falta el Mayo,
que te las adorne.

Si quieres saber fulanica,
el Mayo que te ha caido,
fulanico tiene por nombre,
menganico por apellido

miércoles, 23 de abril de 2014

Que la verecundĭa sea con vosotros

vergüenza
(Del lat. verecundĭa).
1. f. Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena.
2. f. Pundonor, estimación de la propia honra. Hombre de vergüenza.
3. f. Encogimiento o cortedad para ejecutar algo.
4. f. Deshonra, deshonor.
desvergonzado, da.
(Del part. de desvergonzarse).
1. adj. Que habla u obra con desvergüenza.
desvergüenza.
1. f. Falta de vergüenza, insolencia, descarada ostentación de faltas y vicios.
2. f. Dicho o hecho impúdico o insolente.
sinvergüenza.
1. adj. Pícaro, bribón. U. t. c. s.

2. adj. Dicho de una persona: Que comete actos ilegales en provecho propio, o que incurre en inmoralidades. U. t. c. s.

Recojo aquí cuatro definiciones del diccionario de nuestros amigos de la RAE. De la primera entrada he cogido sólo cuatro acepciones porque yo, como todo hijo de vecino, manipulo la realidad para mi propio beneficio.


Supongo que el tema del post de hoy está claro: la vergüenza. Parece ser que ahora la vergüenza es un defecto. Y mi reacción a esto es “¿perdona?” Con un poquito más de vergüenza no estaríamos donde ni como estamos. Si se hubiera conservado ese pundonor que cita la RAE no estaríamos rodeados de gente que cuenta y enseña sus vergüenzas sin pudor alguno. Sin pensar en el daño que hacen a sus congéneres, a la especie humana. La vergüenza es lo que hubiera mantenido la dignidad en este mundo.

A los niños desde pequeños intentamos quitarles la vergüenza. Y lo sé porque tengo una hija tímida a la que la gente le espeta "¿Estás enfadada?" y yo (que hablo por ella porque también es parca en palabras) "no. Es que es vergonzosa." Cuando en realidad querría decir "señor/a mi hija no le conoce de nada. Tiene un año y medio y ninguna necesidad de hacerle a usted una gracia. Besis." (a veces cambiaría el "ninguna" por "puta").



Empiezo a plantearme de forma muy seria que al convertir la vergüenza en defecto la hemos perdido en todas sus acepciones. Incluso en las que son casi sinónimas de ética o moral. Voy a poner un par de ejemplos:

Si las personas que alcanzan un nivel elevado de poder estuvieran provistos de la virtud que hoy nos atañe, no hubieran sido capaces de apoderarse de las vidas de los demás y vapulearlas con el único fin del propio enriquecimiento. Un suponer.

Si los tertualianos que vemos prodigarse por platós de televisión y estudios de radio tuvieran un poquito de vergüenza no estaríamos tan mal informados sobre la realidad que nos toca vivir y seguiríamos viendo como normal no hablar de un tema que desconocemos. A este punto debo añadir que escuchando la radio en mi viaje en coche de Semana Santa he encontrado que parte de culpa la tiene Fito, el de Fito y Fitipaldis, que canta “a perder el miedo a quedar como un idiota”. Pues no oiga, no. Quedar como un idiota es de lo más patético que puede pasarle al ser humano y sobre todo si lo hace sin vergüenza alguna.

Sobre la vergüenza ajena no voy a hablar que me sulfuro.

NOTA: He pasado unas vacaciones estupendas, no os penséis, que el post ya lo tenía a medias antes de irme.  

IMPORTANTE: al programar el post he caído en que esto se publicará el día Sant Jordi, con lo bonito y original que hubiera sido un post al respecto. A mi bola hasta para esto. Un desastre. Feliç Sant Jordi!

jueves, 10 de abril de 2014

Los 7 usos y costumbres del Favorito

El Favorito. Esa opción de Twitter, que para algunos es un quiero y no puedo del "Me gusta" en Facebook, es en realidad un botón lleno misterio y de tantos matices como la lengua castellana. O casi.

Cuando uno se inicia en Twitter, la cuestión del RT se entiende y asimila de forma relativamente sencilla. Sin embargo ¿qué pasa con el favorito? El nombre ya despista un poco. Favorito, de primeras, suena a palabras mayores, a prioridad, a preferencia, y, por tanto, a pensárslo dos veces antes de marcar con esa opción un tuit. ¿Realmente será mi favorito? 

Con el tiempo uno se da cuenta de que el botón Favorito es la juerga padre y de la arbitrariedad que sigue el prójimo en su empleo del mismo.

He aquí los 7 usos y costumbres más extendidos del Favorito:

1. Favorito "Me gusta". Al ver un tuit ante el que se experimenta empatía o afinidad, la persona, que vive aún en los mundos de Zuckerberg, marca el botón de favorito. Ésto, aunque a priori podría causar alegría en el receptor favoriteado, puede generar sensaciones internas iracundas del tipo "si te ha gustado tanto mi tuit, en vez de darle a favorito, que no vale para nada, le podías haber dado al RT, capullo".
2. Favorito Marcapáginas. Ante un tuit cuyo contenido puede resultarnos interesante (con un enlace o una foto, por ejemplo), la persona lo marca como favorito para después poder localizar sencillamente el tuit entre la lista de favoritos.Es la versión 2.0 de doblar la esquinita en tu smartphone.
3. Favorito doble check. En twitter, gracias al Divino, no existe doble check como en el Whatsapp. Sin embargo, muchas personas han decidido convertirse voluntariamente en ejecutoras automáticas del doble check, dando al botón de favorito cada vez que leen un tuit en el que están mencionadas. Y sin estarlo. Sea cual sea el tuit.
4. Favorito Cómplice. Al leer un tuit en un entorno público relacionado con algo que sólo el escritor del tuit y un lector conocen, se marca el favorito a modo de guiño. Es una tontería adolescente como cualquier otra, pero hace sentir muy guays al receptor y al emisor.
5. Favorito Voyeur.  Es el favorito que de pronto te hace un absoluto desconocido en un tuit perteneciente a una conversación entre varias personas y que te hace sentir espiado
6. Favorito Invertido. Esta modalidad de Favorito fue desarrollada durante un tiempo por Mrs. Primark, quien decidió marcar como favoritos todos aquellos tuits que le provocaban sudores fríos o la risa floja. Es decir, lo usaba como botón de "no me gusta". Sin embargo, Mrs. Primark, en un impropio alarde de estupidez (o ex-tupidez) decidió revelar en tuiter su modus operandi y tuvo que suspender, a riesgo de linchamiento, su juego.
7- Favorito "Me piro". No es un "adiós", ni un "hasta luego". Marcar ese favorito significa literalmente "me piro". Me piro porque esta conversación ya no da más de sí o porque aunque dé mucho más de sí, se me está enfriando la cena por llevar diez minutos comentando fruslerías.

Sobre las conjugaciones del verbo favoritear y favear, mejor hablamos otro día.




martes, 8 de abril de 2014

Recuento

Quiero seguir pareciendo listilla, quiero volver a hablar de cuentos. Os hablé de lo vertiginoso y atrayente que me resulta Borges y os dije que me gustan muchos otros. No soy suficientemente entendida (ni pretenciosa) como para hacer un post sobre cada uno de ellos. Así que he decidido ponerlos en habitaciones compartidas. Y si alguno se ofende, que me llame.



El primero al que le toca compartir es a Franz Kafka y le toca la litera de arriba por aquello de sentir la angustia de tener el techo demasiado cerca y a la vez el miedo a caerse. Su escrito más conocido, e imagino que leído por muchos, es La Metamorfosis. En él, Gregor Samsa pasa un mal rato por decirlo de alguna manera. Hubiera sido curioso si Gregor hubiera estado en una litera. Hay una edición preciosa de sus Relatos Completos de la editorial Losada. Imposible no mencionar que Borges fue un gran lector, admirador y traductor de la obra de Kafka. 



  
La litera de abajo es para Roald Dahl; seguro que no le importa y puede escabullirse para darnos alguna sorpresa. Dahl es muy conocido por sus obras infantiles Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate, Los Gremlins (pero no exactamente los de la conocida película). Su imaginación, su sentido del humor y su tremendo don para el suspense convierten en geniales todos sus relatos. En serio, muy muy recomendables. Nosotros tenemos sus cuentos editados por Compactos Anagrama. Sí, esos tan bonitos de colores que lucen tan bien en la estantería. Roald Dahl fue también guionista de cine y televisión. Y de los buenos.
  


Ya estoy pensando en el próximo emparejamiento.  

jueves, 3 de abril de 2014

Picasso, Jacqueline y Thonet


El ser humano, el mismo que se pasa la vida recortando cupones (o, en su versión 2.0, apuntando códigos promocionales) luego tiende a hacer cosas muy extrañas, como, por ejemplo, no valorar aquello que se le regala.

En Madrid, en la Fundación Mapfre, en pleno Paseo de Recoletos (calle del Monopoly, vamos, que no está escondido) se están exponiendo actualmente cerca de 200 obras de Picasso. Gratis. Hay entradas disponibles a cada hora y durante mi visita, les diré que, grupo de señoronas aparte, allí no había ni el tato (ni el gato).

No se asusten. La boticaria no ha venido aquí hoy a pontificar sobre el cubismo, ni el voyeurismo, ni la metamorfosis, ni mucho menos sobre la guerra civil española. El divino me libre. Aunque ya puestos, sí que me gustaría hablar un poquito sobre la alegría de vivir del pintor, que se fue a la tumba dejando locas a nada menos que ocho insensatas. ¿Qué les daría, además de brochazos?

Yo, a lo que he venido aquí, es a hablar de mis sillas. De mis sillas y del taller modernista
que se preparó el señor Pablo en la villa francesa de La Californie (cerca de Cannes) donde vivió siete años con su última esposa, Jacqueline. En un sitio así, si me empeño, hasta yo pintaba el Guernica.


 
No parecía un mal sitio donde esperar a las musas, y así lo veía él:
 
 
 
 

Jacqueline, 47 años menor que Picasso, fue la amantísima y abnegada esposa que le cuidó en sus última etapa y le vio morir en sus brazos. Aquella espectacular casa fue un poco la de tócame Roque, donde Picasso recibía a sus múltiples colegas y fans. De hecho, una pareja anterior, Françoise, le dejó alegando que "no podía vivir junto a un monumento histórico".



Jacqueline, al igual que las anteriores mujeres de su vida, fue una incansable modelo para el pintor. La gracia (para mí, en mi obsesión infinita) es que Jaqueline está sentada en una mecedora Thonet, de la que ya os comenté que Picasso era ilustre admirador. 

 
 



 
 
 
 
 
 
No les falta detalle: los "cuernos", la rejilla, y los trazos ondulados y sinuosos, son el sello Thonet que Picasso imprime en los cuadros donde aparece la mecedora.

Así, en Le Californie, entre palmeritas, molduras art decó, y días de amor y tertulia transcurrieron los últimos años de la pareja. Una vez que Picasso pasó a mejor vida, Jacqueline, tras unos líos feos de herencia, finalmente se suicidó. Todo muy de libro.

Insisto: la exposición es gratis y estará hasta mediados de mayo. Jacqueline os espera, sentada, en su rocking chair.