miércoles, 29 de enero de 2014

Pilar Albarracín o el arte excesivo

 
Yo tenía veinte años y estaba de puente en Sevilla. Mis tíos, modernos de carné (que no de borsalino), me llevaron a ver una exposición, en principio inofensiva. Recuerdo el impacto al ver un vídeo de una señora con un traje de flamenco blanco. A medida que la señora se iba pinchando en distintas partes de su cuerpo con un alfiler, iban apareciendo lunares de sangre sobre el vestido.
 
Imagen Pilar Albarracín. Lunares, 2004
En aquel momento no entendí absolutamente nada (y no tengo pudor alguno en reconocerlo) pero me impresionó y pasé el resto del fin de semana friendo a mis tíos a preguntas sobre la tal Pilar.

Desde hace décadas, la obra de Pilar Albarracín se vale de estereotipos y clichés patrios (fundamentalmente folklore andaluz) para hacer una crítica ácida y brutal de problemas actuales como la diferencia de género o las desigualdades sociales. Lejos de arengas y proclamas tan manidas como improductivas, ella emplea el arte como medio para sacudir las emociones y llamar la atención sobre una realidad. Escandalosamente. A lo bestia.
 
 
Fotografía Pilar Albarracín.
 Revolera, 2012
 
 
Fotografía Pilar Albarracín 
Sin título (Torera), 2009
 

Aunque su "obra estrella" son las performances y los vídeos, es capaz de tocar todos los palos con cierta gracia para conseguir su objetivo: pintura, fotografía, instalaciones, incluso bordados. Si tuviera que definirla con una palabra, sería "excesiva". En el mejor y más amplio sentido de la palabra.
 
 

Dibujo Pilar Albarracín
Serie mujeres barbudas, 1997
 
Imagen Pilar Albarracín
Mándala (carne), 2004
 
Realmente hay que ser de otra pasta para hacer un mándala budista de esta guisa y añadir en la descripción un explícito "Bragas sobre lienzo".

Ahora bien, excepto Iniesta, nadie es profeta en su tierra y es por ello que Pilar Albarracín tiene una entrada en la Wikipedia francesa y no en la española. 
 
Para terminar, un detalle curioso. Si bien durante 2012 y 2013 hemos visto como la filosofía buenrollista empapelaba de frases nuestra vida envolviéndola en tonos pastel, aquí os dejo un bordado suyo de 2008 en otra línea de contenido (y continente) algo diferente. Para gustos, colores. A mí el rojo de esta obra y el de la sangre de sus lunares me gustan bastante.
 
 
                                                        Bordado Pilar Albarracín, 2008 

lunes, 27 de enero de 2014

Veo, veo

¿Qué ves? Pues veo más de lo que tú crees. 


Me confieso usuaria de IG desde hace un tiempito (158 weeks me dice la aplicación) y me encanta. También me gusta que la gente anexe fotos personales a sus tuits. Sobre todo me apasiona fijarme en los detalles. (Vosotros no lo sabéis, obvio, pero yo soy muy observadora y crítica, que no criticona.) A mí, por ejemplo, si me ponéis una foto de unas galletas estupendas que habéis horneado en casa, no veo únicamente las galletas, veo el plato, la encimera, las baldosas, el mantelito, si lo hay, las sombras... Todo. Porque el ojo humano está creado para ver lo que quiere y no lo que quieres que vea al colgar tu foto (no tengo base científica, pero podría encontrarla. No me piquéis).


A modo de experimento he hecho unas fotos (con la inestimable ayuda Mr. Xarin) basadas en hechos reales, pero cuya semejanza con la realidad es pura coincidencia. Al grano.


1

2

3



4





A ver, juguemos.

1 .
- Veo, veo.
-¿Qué ves?
- Pues tú quieres que ve una estupenda sal roja y yo veo que la especia acompañante es de Hacendado. 

2.
- Veo, veo.
-¿Qué ves?
- Te podría decir que veo unos tonos estupendos de pintalabios y que casi no he visto los tampones al fondo del bolso. ¡Ups!


3.
- Veo, veo.
-¿Qué ves?
- Un bol de guacamole que tú te mueres por comer, pero que en foto no acaba de apetecer.

Y mi favorito:
4.
- Veo, veo.
-¿Qué ves?
- Te podría contar que me encantan tus zapatos de Rebeca Sanver y que bien por llevar esos tacones y no parecer beoda, que es lo que me suele pasar a mí, pero yo lo que veo es que los zapatos están encima de la cama, ¡encima de la cama!  

Y tras estas pruebas de agudeza visual, os pido un favor: no dejéis de publicar fotos. 









jueves, 23 de enero de 2014

Los runners creen en Deliplús


No he investigado mucho (ni poco) sobre el tema, pero me temo que correr es el deporte más viejo del mundo. Tampoco hay que investigar demasiado para averiguar por qué triunfa. Correr tiene el secreto Deliplús: es tan barato y tan accesible, que aunque haya alternativas más chulas nos hemos autoconvencido de que no hay nada mejor. Porque, siendo serios, todo ese rollo de las endorfinas y la felicidad es como lo de la Santísima Trinidad, un dogma de fe para los no practicantes.

La gente corre huyendo de quién sabe de qué y, a ser posible, en manada. Hoy en día una fiesta no se considera santificada si no es cortando el tráfico de la Castellana por una carrera popular con pretexto solidario y elevado. Es un hecho contrastado que, cuanto más elevado es el fin, más fea suele ser la camiseta oficial.



Uno juega al pádel y luego se va de cañas, uno juega al fútbol y luego se va de copas, uno se va a correr y luego se vuelve a casa por donde ha venido, solo ¡y corriendo!. Correr es el deporte de la triple A: asocial, aburrido y agotador. Y para colmo es extremadamente peligroso: rara es la cena de Nochebuena que no cuenta con un familiar que corre. Sí, ése pariente serio y enjuto, que está como una raspa, se moja los labios con el vino, rechaza educadamente el postre y se acuesta con las gallinas.



Runners de hoy, joggers del ayer, a lo Perlita de Huelva os digo "precaución, amigo corredor, la senda es peligrosa". Sí, por muchos gadgets que os abrochéis con velcro flúor en las cuatro extremidades para medir vuestras más inverosímiles constantes vitales, la senda es peligrosa. Y yo desconfío.

martes, 21 de enero de 2014

Recibir en casa

Ahora que ha pasado un tiempo prudencial desde los ágapes navideños, puede que os apetezca recibir en casa. Ya sólo el mencionarlo da pereza. Como maniática y persona preocupada por el “qué dirán” he pasado por todas las fases de este quehacer social.  
Hay muchos libros, posts e imagino que hasta cursos sobre los perfectos anfitriones. Yo no oso (chula esta forma del verbo osar, ¿verdad?) dar consejos. Pero considero  que al invitar a gente a casa te das cuenta de quiénes son tus verdaderos amigos, de qué personas te convienen alrededor. La gente buena es la que te hace sentir en casa cuando la invitas a la tuya. Me explico: tener a dos, cinco o los humanos que sean en tu cálido hogar (mejor ceñirse al espacio) y sentirte bien, a gusto. Saber que, sea mejor o peor la comida o la bebida, van a sentirse satisfechos. Ésta es la gente que conviene.

Ilustración de Glen Mullaly


Ya de paso os cuelo una recomendación cinematográfica de 2010 que vi en el Festival de cine de Sitges. Huelga decir que el principal reclamo fue que el protagonista es David Hyde Pierce, el querido Niles Krane, hermanísimo de Frasier. 





viernes, 17 de enero de 2014

Hasta San Antón, Pascuas son


Para celebrar el 17 de enero yo había preparado una hagiografía bastante completa sobre San Antón, pero Senyoreta Irene, que parece más de dulce que de salado, me sugiere que vaya directamente a los postres y me salte la parte del cochinillo.

Os resumo que Antón Abad era un rico egipcio que lo dejó todo y se echó al monte, en modo asceta. La gente lo quería mucho pero él pasaba bastante de vivir en comunidad ya que tenía una particular visión del "ojos que no ven, corazón que no siente":

 El que permanece en la soledad se libera de tres géneros de lucha: la del oído, la de la palabra, y la de la vista. No le queda más que un sólo combate: el del corazón.

Y tenía más razón que un santo (con perdón del chiste fácil), pero así yo también juego.



¿De dónde viene el gorrino de San Antón?

Hay varias hipótesis pero mi favorita es que San Antón curó a unos jabatos de la ceguera y desde entonces, la madre jabalina se convirtió en la defensora del santo frente a otras bestias. El cuento de Peppa Pig del sigo IV.

La fiesta

Entre las múltiples tradiciones asociadas a la festividad de San Antón, ha destacado siempre la de la subasta o sorteo de un gorrino. Antiguamente, en muchas localidades se soltaba en las calles un gorrino el día de San Antonio de Padua (en junio) que era engordado generosamente por todos los vecinos y se sacrificaba el día de San Antonio Abad.


 Aunque hoy en día sólo andan por las calles y con correa los cerdos vietnamitas (me temo que más por esnobismo que por devoción) sigue manteniéndose en algunos pueblos la tradición del sorteo de un cerdo. En otros lugares, en la rifa se ha sustituido el marrano de forma prosaica por un televisor o una bicicleta. Lo importante es el fondo, no las formas.

En Madrid son típicos los panecillos de San Antón. Se trata de un pan basto, elaborado con poca humedad, que puede conservarse varios meses y hace alusión al pan que comía San Antón en el desierto durante sus épocas de ayuno.

En mi tierra se tomaron alguna licencia, y reinterpretaron los ayunos del santo en un dulce típico llamado Caballo de San Antón. Lejos de la aspereza de los panecillos madrileños, su sabor se asemeja al de los bollos suizos, y su característica principal es que tiene forma de caballo (o de lazo, según mi familia política, júzguenlo ustedes). El Caballo de San Antón es muy apreciado por los lugareños, tanto que durante las fiestas patronales de agosto se elabora en las panaderías alguna tirada fuera de temporada para satisfacer la nostalgia de aquellos emigrantes que vuelven de veraneo. Viene a ser algo así como comer turrón en agosto, pero ya digo, lo importante es el fondo, no las formas.

Foto cortesía de mi señora madre. Al caballo sólo le falta relinchar.







miércoles, 15 de enero de 2014

Las chicas pagan los platos rotos



Hace más de 15 años tuve una sensación muy extraña. Era mi primer día en un colegio nuevo, y, de pronto, en mitad del recreo, miré a mi alrededor y me agobié al darme cuenta de que sólo había niñas. Niñas paseando del brazo, niñas jugando a la comba, niñas sentadas en un rincón fumando a escondidas.

Niñas. Sólo niñas.
El pasado viernes estuve cenando en el penúltimo restaurante moda. A eso de la una de la mañana (el doble turno, ya saben) levanté la vista y recordé aquella sensación al ver que en el restaurante sólo había niñas (niñas ya creciditas, de 25 a 40 años). Niñas acabándose un brownie, niñas tomando GTs, niñas alargando el momento de que les trajeran la cuenta.
Niñas. Sólo niñas.

Al igual que los restaurantes de menú, de estudiantes, o familiares están bien asentados y definidos en nuestro imaginario colectivo, los restaurantes "de chicas" son una nueva categoría que se ha hecho un hueco dentro del panorama hostelero. Si la Guía Metrópoli no ha incluido una sección es por ahorrarse la avalancha de insultos por sexismo, pero ser necesario, lo es.

¿Cuáles son los atributos de un restaurante de chicas? En los restaurantes de menú triunfan las tragaperras y los torreznos, los estudiantes piden bravas baratas y pantallas grandes para ver el fútbol, los padres de familia buscan globitos, pinturas y tronas. ¿Qué buscan las chicas?

Si hace unos años se llevaba el plástico blanco o las camas balinesas (por etiquetar generosamente a cualquier colchoneta), ahora lo divino es la cochambre. Y lo de "cochambre"  lo decimos a coro mi amigo Diógenes y yo. Hasta nosotros dos tenemos un límite.
Se puede tolerar el exceso de decapante, el enésimo baño con azulejo metro, las cocas que saben a pizza del Dr. Oetker y que, a eso de las doce y media, tu conversación tenga que luchar contra un chunda-chunda atronador (hay formas más sutiles de hacer notar al comensal que en el garito también se ponen copas, en serio). Pero lo que ya hace pensar que las chicas que vamos a estos sitios (voluntariamente y pagando) somos tontas, o nos lo hacemos, es tragar literalmente con esto, y que nos parezca ideal:



Romper un plato a propósito para después comer en él, no es de ser moderno, ni retro, ni vintage, es de ser un soplagaitas. Le guste a mucha niña mona (y toda sola) o no.
Señores inspectores de sanidad de la Comunidad de Madrid: si la legislación obliga a que las cocinas tengan las esquinas redondeadas y las encimeras sean pulidas, si los cocineros no pueden usar joyas ni mascar chicle, es de cajón que un plato roto, donde las babas del prójimo y sus circunstancias (o sea, la mierda) se acumulan en la porosidad de la loza, es un peligro potencial para nuestra salud. Háganlo por nuestra higiene física y nos llevaremos de premio la higiene mental.
Eternamente agradecida.


lunes, 13 de enero de 2014

Legere->leger->leer


Leer. Eso que todos hacemos durante todo el día de forma consciente e inconsciente. Desde que nos levantamos, con la marca del grifo en el que nos quitamos las legañas, hasta que nos acostamos, con la del dentífrico de turno.

Leer es útil.

Hay quienes afirman no leer, así, a lo burro, igual que hay otros que presumen de leer mucho, así, a lo burro también.

Yo soy más de releer. Me parece fascinante. Ir recordando las cosas que jurarías que van a pasar y a la vez descubriendo la sutileza con la que el autor desarrolla la trama. Cada párrafo despierta algo en ti que no despertó en la primera lectura. Para poder releer, y no morir en el intento, adoro los cuentos. Pero eso os lo escribo otro día, si volvéis.

Leer cuece y releer enriquece.




Sidney Edward Dickinson


jueves, 9 de enero de 2014

Thonet o el low cost hecho icono

En el principio, Dios creó los cielos y la tierra, el cielo y el mar, los peces y las aves... y vio que todo era bueno, pero tuvieron que pasar miles de años hasta que, en 1859, Michael Thonet inventara La Silla: la Nº14.

Hoy, cuando todos nos matamos por el plástico de los Eames, o por esos pedazos de metal abollado con patas recién  sacados de un desguace, es de justicia hacer un canto a la silla de toda la vida, la de madera. Ésa que, por popular, pasa desapercibida pero que durante más de un siglo ha resuelto cómoda y elegantemente la papeleta de nuestros cafés y bares.



¿Por qué fue la elegida?

El Sr. Thonet, que también tenía en común con Jesucristo ser hijo de un carpintero, tuvo la misma idea que los suecos, pero unos cien años antes: abaratar costes en la producción y transporte de sus sillas. La silla Nº14 (llamada así porque llevaba ése número en el catálogo) fue la primera en venderse embalada "por piezas". Estas piezas podían ensamblarse de forma sencilla una vez en destino, sin necesidad de que las montara un profesional. Se convirtió en la "Billy" de las sillas: era barata, sencilla y funcional. A mayores, Thonet, que era un emprendedor muy listo, incluyó como novedad el empleo de la rejilla en el asiento, lo cual facilitaba su limpieza en el caso de derramamiento de líquidos. Había nacido La Silla.





La Mecedora: su gran obra

Pues sí, hubo vida antes de la RAR, y también se lo debemos al Sr. Thonet. Gracias a su sistema patentado para el torneado de la madera en caliente, Thonet diseñó una mecedora en 1860 considerada precursora de las actuales. Se trata de piezas "algo historiadas" y de gran volumen que no se acoplan en cualquier rinconcito, pero, sin duda, tienen alma. Un fan ilustre: Pablo Picasso.



Originales y copias

Hasta 1930 se vendieron unos 50 millones de sillas modelo Nº14 y por ello hoy todavía es frecuente encontrarlas en las casas de los abuelos y en los cafés de mayor solera. Distinguir un original es relativamente sencillo. Si encontráis una "sospechosa" por algún desván, sólo tenéis que mirar bajo el asiento en busca de la característica etiqueta que llevan todas en el lateral. Si vuestra silla lleva premio, enhorabuena y a disfrutarla (y si no, todavía podéis ser felices pensando que algún desaprensivo se la arrancó).




martes, 7 de enero de 2014

León Felipe rules

Cada uno de vosotros conocerá, o no,  a León Felipe por distintos motivos. Algunos incluso le conoceréis sin saberlo. Explicar su vida y obra es algo complicado y fuera de lugar en este blog superficial y liviano. Hay que saber que nació en Tábara, Zamora, y que fue boticario y poeta. Paseó su vida por gran parte de España, pasando incluso por la cárcel (por moroso, nada grave hoy en día) y acabó sus años exiliado, como muchos otros, en México. Dedicó parte de su vida a intentar ser actor de teatro. Su obra literaria se basa en la protesta, en reflejar en sus versos cómo se sentía ante lo que le rodeaba. También se dedicó a traducir los versos Walt Whitman (sí, el que escribió “¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán!” refiriéndose a Lincoln).



A lo que voy, que León Felipe unió Botica y Letras y eso nos ha parecido motivo más que suficiente para considerarlo el patrón de nuestro blog, para encomendarnos a él en esta andanza bloguera que esperemos nos dé algún que otro buen momento.


Añado vídeo de una actuación de Paco Ibáñez (id al minuto con veinte) poniendo música al conocido “Como tú” de nuestro patrón.  A algunos, quizás más a los de padres progres, os sonará. 



lunes, 6 de enero de 2014

El primer post


Es difícil para mí explicar cómo hemos llegado hasta aquí, cómo he llegado hasta aquí. Podría empezar a enumerar varios momentos que irían desde lo tierno a lo cómico, pero seguiría pareciendo una sinrazón. Este es el post de presentación, de justificación, el que tiene que engancharos para leernos, al menos un par de posts más. Pues bien, yo dejo todo el peso sobre mi querida archienemiga, la Boticaria García. El motivo por el cual me eligió a mí como cobloguera es evidente, el novio de su marido estaba ocupado.



Porque el novio de mi marido estaba ocupado y, añado, porque ganar pasta como madre bloguera ya era demasiado fácil. 
Llegado a este punto, quizá lo suyo sería responder a las dos preguntas que sugiere a bote pronto este primer post. 

1- ¿Por qué a este par de dos les ha dado por escribir juntas? 
2- ¿Y de qué van a escribir?
En cuanto a la pregunta 2, es fácil. Vamos a escribir sobre cosas. Quizá también sobre animales y personas (o la mezcla de ambas, como centauros o sirenas, en realidad nos interesa casi todo). Sobre la cuestión 1, el porqué de este inesperado al alimón, habría que hacer un Vanilla Sky para explicarlo en profundidad y yo creo que nosotras somos más de Abre los Ojos, así que lo vamos a dejar simplemente en que nos apetecía. 
Creo que una de las grandes ventajas de ser un adulto, es poder hacer (y escribir) de vez en cuando las cosas que a uno le da la gana, sin tener que dar demasiadas explicaciones. Así que en eso estamos.
Sean bienvenidos al blog de estas dos Archienemigas, y ojalá vds lo pasen bien.